Datos con enfoque de género: una herramienta clave contra la violencia y las desigualdades en América Latina
América Latina y el Caribe enfrenta problemáticas y desafíos globales como el cambio climático, la seguridad alimentaria, la desnutrición y las crisis de recursos naturales, que afectan principalmente a grupos poblacionales como las mujeres, niñas, niños y adolescentes y la población LGBTQ+. En esta medida, la agenda internacional a través de apuestas como los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 o la agenda regional de género de América Latina y el Caribe, ha encaminado esfuerzos hacia la equidad de género, la igualdad sustantiva y la superación de desafíos estructurales como la violencia de género y la asimetría de poder.
A pesar de los esfuerzos regionales e internacionales, aún queda mucho trabajo por hacer en materia de igualdad de género. De acuerdo con el Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés), al mundo le tomará al menos 134 años alcanzar la paridad de género en cuatro dimensiones: participación y oportunidades económicas, logros educativos, salud y supervivencia, y empoderamiento político. Por ejemplo, en América Latina y el Caribe, una de cada cuatro mujeres no cuenta con ingresos monetarios propios, en contraste con uno de cada diez hombres, y las mujeres dedican tres veces más tiempo al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado (CEPAL, 2024).
Para abordar los desafíos que conlleva el cierre de la brecha global de género, es necesario empezar por entender los conceptos de sexo, género, equidad de género, igualdad de género e igualdad sustantiva. El sexo se refiere a las diferencias físicas y biológicas entre hombres, mujeres y personas intersexuales, mientras que el género se refiere a las diferencias socialmente construidas en atributos y oportunidades asociadas con ser mujer, hombre e identidades sexuales diversas.
La equidad de género significa reconocer que cualquier persona, sin importar su identidad sexual (hombres, mujeres, o personas con identidad sexual diversa) está inmersa en contextos y desigualdades sociales y económicas, que afectan y condicionan su forma de interactuar y de desarrollarse en la sociedad, por lo que es un medio para atender las barreras y desigualdades sociales que enfrentan las personas y proporcionar un entorno de oportunidades justas y equitativas.
La igualdad de género es un principio jurídico universal y un derecho que asume la existencia de otro principio fundamental, la no discriminación, especialmente hacia las mujeres, lo que supone las mismas posibilidades de acceso y oportunidades al uso, control y beneficio de bienes servicios y recursos de la sociedad, así como a la toma de decisiones en todos los ámbitos de la vida social, económica, política, cultural y familiar entre hombres, mujeres y personas intersexuales.
La igualdad sustantiva, de acuerdo con la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) refiere que los Estados Parte no sólo están obligados a sentar las bases legales para la existencia de igualdad formal entre mujeres y hombres, sino que es necesario asegurar que haya igualdad de resultados o de facto y para alcanzarla, es necesario que tanto la base normativa, como las políticas públicas garanticen que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres en todas las esferas de la vida, lo que implica que el Estado tiene la obligación de posibilitar las condiciones para ello y de remover todos los obstáculos para que la igualdad se alcance en los hechos.
De acuerdo con lo anterior, contar con datos y estadísticas que permitan identificar los retos y desigualdades que enfrentan millones de mujeres, niñas y adolescentes en América Latina, así como otros grupos poblacionales en condiciones de vulnerabilidad, es indispensable para la comprensión de problemáticas, contextos, relaciones sociales y estereotipos de género, que orienten la hechura, seguimiento y evaluación de políticas, para cerrar esa brecha de género.
Los datos como insumo para construir igualdad
Los datos son una herramienta esencial para visibilizar y comprender la magnitud y la naturaleza de los problemas sociales. Más allá de ofrecer una representación cuantitativa, los datos permiten desentrañar patrones, identificar desigualdades estructurales y visibilizar a quienes a menudo son silenciadas en los procesos de toma de decisiones. En la edificación de una sociedad justa, equitativa e igualitaria, los datos no solo nos van a permitir identificar y medir el impacto de las desigualdades, sino también, diseñar soluciones con perspectiva de género, lo que nos coloca ante mayores posibilidades de contribuir a la equidad e igualdad.
La perspectiva de género en los datos, no se limitan a una desagregación exhaustiva o particular por sexo y género, es la incorporación de un enfoque interseccional a lo largo de todo el ciclo de vida de los datos: desde la generación, recolección y almacenamiento hasta el análisis y uso. Este enfoque, al reflejar las dinámicas sociales, estereotipos y sesgos que condicionan la vida de millones de niñas, adolescentes y mujeres, posibilita una importante incidencia en la toma de decisiones.
Cuando los datos carecen de esta perspectiva, las decisiones públicas carecen del principio de imparcialidad, perpetuando las desigualdades. Por ejemplo: políticas laborales que ignoran las cargas desiguales de cuidado no remunerado perpetúan barreras económicas para las mujeres; casos de violencia de género que se resuelven en los sistemas jurisdiccionales y administrativos de América Latina sin perspectiva de género y sin datos, impiden una debida diligencia, debido proceso y consecuentemente la inexistencia de reparación del daño y garantías de no repetición; ciudades que se desarrollan invisibilizando las necesidades de las mujeres, seguirán reforzando contextos desfavorecedores y en el fondo siempre violentos hacia nosotras.
Brechas en la generación de datos de género
De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas, la falta de disponibilidad de datos de género está determinada principalmente por tres causas:
1. Debilidad institucional: Ausencia de políticas sostenibles para recopilar y gestionar datos de calidad.
2. Limitaciones tecnológicas y financieras: Obstáculos para producir estadísticas en áreas clave como violencia de género, empleo y pobreza.
3. Falta de capacidades técnicas: Dificultades para procesar y analizar datos confiables.
Estos problemas reflejan desigualdades estructurales que condicionan la producción y el uso de datos, perpetuando omisiones que dificultan el diseño de políticas inclusivas.
Hacia una agenda regional colaborativa de datos de género
Para cerrar estas brechas, América Latina necesita consolidar una agenda regional que aborde el ciclo de vida de los datos con un enfoque de género. Esto incluye:
1. Infraestructuras de datos: Integrar fuentes tradicionales (censos, encuestas) con tecnologías emergentes (datos geoespaciales, redes sociales).
2. Políticas de gobernanza de datos: Garantizar normas que promuevan la calidad y sostenibilidad de los datos.
3. Capacitación técnica: Fortalecer habilidades en el sector público para manejar datos interseccionales.
4. Inversión financiera: Asegurar recursos para desarrollar capacidades humanas y tecnológicas.
La construcción de esta agenda requiere colaboración interinstitucional con actores como la sociedad civil, la academia y el sector privado. Estas organizaciones aportan conocimiento local y pueden identificar necesidades específicas, fomentando una producción de datos más inclusiva. El periodismo es un aliado crucial, al visibilizar desigualdades y exigir transparencia que reportan las brechas de género en diversas áreas como educación, economía y salud; las personas periodistas sensibilizan a la opinión pública y promueven la rendición de cuentas gubernamental.
Por lo anterior, es indispensable que la agenda de datos de género en América Latina reconozca el ecosistema de datos regional en el que se identifiquen las organizaciones consumidoras y productoras de datos, se aborden los desafíos de carácter estructural, los cuáles son determinantes en la reproducción de sesgos que afectan la producción y disponibilidad de datos de género a nivel mundial y regional.
Feminismo de datos: una perspectiva transformadora
Es en este punto, es donde toma mayor relevancia el enfoque de feminismo de datos, el cuál parte de un abordaje teórico que cuestiona las estructuras de poder en torno a los datos y demanda un activismo para visibilizar la falta de neutralidad de género en la producción, uso y aprovechamiento de datos, y propende por integrar el enfoque interseccional de género en el ciclo de vida del dato. En ese sentido, el feminismo de datos, no solo se ocupa de promover el acceso y disponibilidad de datos con desagregación de género, sino por incluir acciones que mitiguen los sesgos, la falta de neutralidad y la perpetuación de desigualdades de género a través de los datos.
Por tanto, es indispensable que la academia y las organizaciones de sociedad civil, así como personas especializadas, que están trabajando alrededor del feminismo de datos, participen activamente en el diseño de estrategias y acciones para aumentar la disponibilidad de datos con perspectiva de género.
Una colaboración por mejores datos
Datamorfosis y Serendipia, un medio independiente de periodismo de datos, han unido esfuerzos para impulsar la producción y el uso de datos con perspectiva de género en México, un país que enfrenta altos índices de violencia de género y carencias en estadísticas que visibilicen las desigualdades estructurales.
Esta colaboración busca identificar brechas de información, integrar fuentes no tradicionales como redes sociales y generar reportajes que promuevan transparencia y sensibilización. También fomenta diálogos entre gobierno, sociedad civil y medios de comunicación para desarrollar soluciones inclusivas y efectivas.
Al combinar el conocimiento técnico de Datamorfosis con la capacidad investigativa de Serendipia, esta alianza pretende crear herramientas robustas que orienten decisiones públicas informadas, con el objetivo de cerrar brechas de género y enfrentar la violencia estructural que afecta a millones de mujeres en México.
Desde Datamorfosis y Serendipia, proponemos las siguientes acciones para fortalecer los datos de género:
1.Coordinación interinstitucional: Fomentar alianzas entre gobiernos, sociedad civil y academia.
2. Identificación de necesidades: Mapear los vacíos de datos y definir prioridades estadísticas.
3. Inclusión de la sociedad civil: Incorporar perspectivas locales de la sociedad civil para entender las realidades de comunidades rurales y urbanas.
4. Financiamiento sostenible: Garantizar recursos para recolección, procesamiento y análisis de datos.
5. Infraestructura tecnológica: Implementar estándares de interoperabilidad y gestión eficiente de datos de género.
6. Promoción del periodismo de datos: Fomentar investigaciones que visibilicen desigualdades y promuevan cambios estructurales.
Conclusión
La igualdad sustantiva es esencial para el desarrollo sostenible de América Latina, pero su logro depende de datos de calidad, colaboración interinstitucional y políticas inclusivas basadas en evidencia. Sin un enfoque interseccional en la recolección y uso de datos, se profundizan desigualdades que dificultan la atención a problemas como la violencia de género.
El feminismo de datos no puede disociarse de ese gran movimiento teórico, político y social, que ha explicado, comprendido y le ha hecho frente una y otra vez a este sistema patriarcal que ha condicionado un orden social discriminatorio y violento para niñas, adolescentes y mujeres, por lo que va más allá de ser tan solo una herramienta, porque cuestiona a las estructuras de poder, desde una visión de justicia y dignidad para el diseño de soluciones y la construcción de una sociedad equitativa e igualitaria en América Latina.
En el marco del 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, Datamorfosis y Serendipia han iniciado una colaboración para promover mejores prácticas en el uso de datos en México. Su objetivo es visibilizar problemáticas como la violencia de género y fortalecer la toma de decisiones informadas que permitan contribuir a erradicar la violencia en contra de niñas, adolescentes y mujeres.